Agosto
En tu mirada, existió el fuego
capaz de bautizar los pasos
deseosos de un abrazo
en los pasillos de ese hotel
habitado por tus fantasmas,
por mis muertos.
La lluvia como una cómplice leal,
fue el abrigo de los besos cansados
que se enredaron con el olor de la
ciudad vieja.
Me fui,
te fuiste.
Al final nos abandonamos
sin sueños de nuevas miradas,
cantando amor a nuevos cuerpos.
Pero de vez en cuando,
mi memoria va en pos de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario